Es más fácil conocer a gente que hable de Frank Zappa que gente que verdaderamente haya escuchado a Frank Zappa.
Cuando un artista tiene un catálogo tan amplio y variado como el de Zappa, me resulta poco probable que alguien que se haya acercado seriamente a su obra la encuentre impecable.
Zappa en vida fue muchas cosas: emprendedor del negocio de la música, agitador, satírico, activista político... y todos esos aspectos de su vida se reflejan en su música.
En la música de Zappa puede encontrarse desde el vulgar chiste barato en "The torture never ends" que comienza con los gritos de una mujer que parece ser martirizada para poco a poco permitir al escucha que en realidad la mujer en cuestión está teniendo un orgasmo y de igual forma maravillarnos con el virtuosismo desplegado al conformar un ensamble capaz de ejecutar una pieza tan compleja como "Black Page".
Es frecuente encontrar ambos casos, como en el caso de la compleja composición llamada "G Spot Tornado".
Pero cuando Zappa dejaba por completo ser un bufón-panfletero-standupero-mal-pagado, hacía música realmente hermosa y era capaz de sumar a los mejores talentos a su alcance para ese objetivo.
Hay un aspecto de Zappa del que como músico poco se habla. Zappa hizo escuela, como pocos músicos contemporáneos. Pienso en Miles Davis, que buena parte de los grandes nombres de la segunda mitad del s. XX comenzaron como miembros del primer o el segundo quinteto de Davis (gente con apellidos como Carter, Coltrane, Hancock, Rollins y Shorter).
La lista de alumnos de Zappa cuenta a gente como Steve Vai, Jean Luc Ponty, Terry Bozzio, Adrian Belew, Vinnie Colaiuta, Chester Thompson, Warren Cuccurullo y Eddie Jobson entre muchos otros.
De esos momentos mágicos en que Zappa sólo se dedicaba a hacer música es este disco. Fue el primero después de su gran acto de sátira que fue su banda "The Mothers of Invention. Es también considerado el primero en que Zappa demuestra, a través de largos solos, que era un gran guitarrista. Tiene una de sus composiciones más famosas: Peaches in Regalia, de esas del tipo que cita gente que difícilmente ha escuchado otra cosa más de Frank.
Entre las múltiples cosas que fue Zappa, primero debemos recordar que fue un gran músico. Este disco puede ser escuchado de principio a fin para recordárnoslo.
Cuando un artista tiene un catálogo tan amplio y variado como el de Zappa, me resulta poco probable que alguien que se haya acercado seriamente a su obra la encuentre impecable.
Zappa en vida fue muchas cosas: emprendedor del negocio de la música, agitador, satírico, activista político... y todos esos aspectos de su vida se reflejan en su música.
En la música de Zappa puede encontrarse desde el vulgar chiste barato en "The torture never ends" que comienza con los gritos de una mujer que parece ser martirizada para poco a poco permitir al escucha que en realidad la mujer en cuestión está teniendo un orgasmo y de igual forma maravillarnos con el virtuosismo desplegado al conformar un ensamble capaz de ejecutar una pieza tan compleja como "Black Page".
Es frecuente encontrar ambos casos, como en el caso de la compleja composición llamada "G Spot Tornado".
Pero cuando Zappa dejaba por completo ser un bufón-panfletero-standupero-mal-pagado, hacía música realmente hermosa y era capaz de sumar a los mejores talentos a su alcance para ese objetivo.
Hay un aspecto de Zappa del que como músico poco se habla. Zappa hizo escuela, como pocos músicos contemporáneos. Pienso en Miles Davis, que buena parte de los grandes nombres de la segunda mitad del s. XX comenzaron como miembros del primer o el segundo quinteto de Davis (gente con apellidos como Carter, Coltrane, Hancock, Rollins y Shorter).
La lista de alumnos de Zappa cuenta a gente como Steve Vai, Jean Luc Ponty, Terry Bozzio, Adrian Belew, Vinnie Colaiuta, Chester Thompson, Warren Cuccurullo y Eddie Jobson entre muchos otros.
De esos momentos mágicos en que Zappa sólo se dedicaba a hacer música es este disco. Fue el primero después de su gran acto de sátira que fue su banda "The Mothers of Invention. Es también considerado el primero en que Zappa demuestra, a través de largos solos, que era un gran guitarrista. Tiene una de sus composiciones más famosas: Peaches in Regalia, de esas del tipo que cita gente que difícilmente ha escuchado otra cosa más de Frank.
Entre las múltiples cosas que fue Zappa, primero debemos recordar que fue un gran músico. Este disco puede ser escuchado de principio a fin para recordárnoslo.
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